Los neutrales, los que no rugen ni mugen, los asexuados política y
socialmente, los que callan, los que no salen ni entran, los típicos y
los tópicos, los que no saben no contestan, los sumisos, los que solo
votan una vez cada cuatro años, los que ni siquiera aunque sea legitimo
no votan.
Los que se dejan entretener, los que adoptan la pose, los
descreídos, los asustados, los patéticamente acomodados, los estómagos
agradecidos, los que miran y no nos ven, los que nos sobresaturan con
portadas y programas de la muerte Asunta, y de la búsqueda del cadáver
de Marta del Castillo, los que dan lo que les sobra, los que relativizan
el sufrimiento, los que resuelven algunas de las consecuencias de la
crisis, ansiedad, depresión, y dolencias derivadas con fármacos por un
tubo.
Los que reparten caridad por la tele sobremesa, los sálvame sin de
luxe, los de cal y arena, los despolitizados, los desmotivados, la
mayoría silenciosa y silenciada, la mayoría callada y acallada, la
mayoría con cadenas y encadenada, los esclavos de sus silencios, los que
creen que entraran en el reino de los cielos si se doblegan, a los que
les han prometido el final de la crisis para no engrosar la lista de
suicidios invisibles, a los mayores hiperprudentes que vivieron el 36 y
les están viendo las orejas al lobo, a la generación rayada por el
individualismo de los Smartphone, a los que no leen a Bertolt Brecht.
A los que se creen los bandos de los viernes, a los escondidos debajo de
las alas de los avestruces, a los cómplices de las gaviotas, a los que
se conforman con las migajas, a los que trafican con la pobreza, a los
que dejan los productos caducados en las puertas de sus superficies para
que los coman los excluidos, a los que son generosos con las limosnas y
las propinas para tranquilizar sus conciencias, a los aficionados a
practicar el orwelismo doméstico, a los comodines intercambiables de
cualquiera de los poderes en las tertulias.
A los que no predican con el
ejemplo, a todos ellos, convertidos en el ejército social de tierra,
mar y aire de la mayoría absoluta del gobierno de la nación, el cual sin
el silencio, la pasividad, y el tono bajo de esa ciudadanía no podrían
destrozar nuestros derechos, y matar el presente y el futuro de nuestro
pueblo
Kechu Aramburu
Publicado por el Correo de Andalucia el 4 de octubre del 2013